4.11.2008

Reseñas


Presentación del libro Paisajes del progreso. La resignificación de la Patagonia Norte, 1880-1916 (Neuquén, EDUCO/CEP, 2007)

A modo de presentación

La historia de las ciencias, del conocimiento, del pensamiento y de la cultura en general, estudia las propuestas y soluciones formuladas a lo largo del tiempo, muchas veces frente a problemas que ya han quedado en el pasado. Pero en otros casos esa historia contribuye a revivir ideas que todavía nos pueden ayudar a pensar, a organizar el presente y a proyectar el futuro. La historia siempre se propone, en definitiva, rehistorizar y reproblematizar el mundo en el que vivimos, generar nuevas ideas –que casi siempre son viejas- y presentarnos alternativas. Nadie puede negar la actualidad de problemas como los abordados en este libro, relacionados con los bienes comunes –o “recursos”- naturales, con la propiedad, distribución y uso de la tierra, con la diversidad cultural, con el rol del Estado en la gestión de la infraestructura, y un largo etcétera.
Esa historia de las ideas, por otra parte, es tanto un análisis y un relato acerca de lo que pensaban y creían determinados actores sociales, de los significados, sentidos y valores de una época, como también es un estudio de la realidad que esas personas y grupos componían a través de sus representaciones. Porque las representaciones hacen a la realidad. Más aún cuando las ideas acerca de, por ejemplo, una región como la Patagonia Norte inmediatamente después de su conquista, se encuentran tan fuertemente estructuradas alrededor de la idea de progreso y de los consiguientes proyectos de futuro. En un tiempo –como se dice en el epígrafe del último capítulo- en el que los sueños tenían la misma consistencia que la vigilia.
Los trabajos que presentamos aquí son producto del proyecto de investigación 04-H082 de la Universidad Nacional del Comahue (Argentina), titulado La contribución científica a la resignificación de la Patagonia (1880-1916), desarrollado en el Centro de Estudios Patagónicos entre 2004 y 2007. Su precedente directo es el proyecto que realizamos entre 2000 y 2003, que centraba su mirada sobre la época inmediatamente anterior a la conquista, 1860-1880, y cuyos resultados se reflejaron en el libro Patagonia: ciencia y conquista. La mirada de la primera comunidad científica argentina (Gral. Roca, CEP/PubliFaDeCS, 2004). Entre el análisis de una y otra etapa, hemos podido revalidar la idea ya corriente en la historiografía de la ciencia y del pensamiento en la Argentina, acerca de la progresiva y veloz complejización de la mirada científica operada entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. La diversificación de disciplinas, la enorme ampliación de los objetos de interés y estudio –entre los cuales se encuentran los espacios recién incorporados por el Estado-nación-, la construcción durante todo el siglo XIX de potentes teorías y marcos explicativos, de herramientas metodológicas y formas de sistematización de la información, la conformación de una opinión pública y de una esfera pública interesada en el conocimiento del país –reflejadas en asociaciones, medios de comunicación y difusión del saber, etc.-, la creciente institucionalización y profesionalización del conocimiento, son todos factores que han guiado y servido de contexto a nuestro trabajo.
Por añadidura, ese proceso de complejización del conocimiento del país coincidió cronológicamente con procesos de institucionalización del Estado y de los espacios públicos de producción científica, y, decisivamente para nosotros, con el proceso de definición territorial del Estado y la creación de los Territorios Nacionales. Ese conjunto de trayectorias paralelas y entremezcladas entre sí, en un período de la historia occidental en el que la idea y el deseo de progreso constituían prácticamente una religión laica de culto oficial, hizo de los espacios recién conquistados por la Argentina –y una serie de procesos comparables se vivió en el resto de América- verdaderos campos de experimentación de ese progreso deseado.
En esos laboratorios, la experiencia crucial de la época consistió en la determinación de los objetos de interés regional en términos de recursos, y su puesta a disposición del sistema productivo nacional de acuerdo con un esquema que no podía generar sino una persistente matriz de colonialismo interno. El gesto positivista de tomar distancia del objeto de observación resultó funcional a una visión materialista y extractiva de la naturaleza de los Territorios y a una lectura también utilitaria de la sociedad, la política y la historia regional. Esos primeros abordajes se vieron matizados, según veremos, por algunas miradas críticas que, sin embargo, no tuvieron peso significativo como para reencauzar un proceso de nacionalización de los Territorios fuertemente insatisfactorio ni, mucho menos, para discutir –tampoco se lo proponían- la fe dominante en un progreso que no terminaba de definir claramente sus términos. En este marco, el proyecto de nacionalización de la Patagonia Norte formulado por la oligarquía gobernante hasta 1916 pronto chocó con sus propios límites. Sin habernos adentrado en la investigación de épocas posteriores y a partir de las primeras inferencias que puede trazar nuestra inquietud intelectual por el presente y el futuro regional, no resulta aventurado afirmar que muchos de los rasgos que la región adquirió en esas primeras décadas de presencia estatal permanecen como marcas de identidad –o pecados originales, según como se los vea- hasta hoy.
Los capítulos de este libro, si bien pertenecen a sus autores y conservan su identidad, son el producto de un trabajo realizado por un equipo interdisciplinario, de estilo abierto y poco estructurado. Sus hipótesis, líneas de investigación, ideas y conclusiones preliminares fueron ampliamente discutidas internamente, en el ámbito del Centro de Estudios Patagónicos, en actividades docentes y en numerosas reuniones científicas que hemos hecho constar en cada caso. También somos deudores de la valiosa colaboración de Carla Lois –autora de un capítulo- y del sabio asesoramiento de Perla Zusman –nuestra prologuista-. Todo eso no exime a los autores de la responsabilidad sobre lo escrito, naturalmente. Pero contribuye a un diálogo que esperamos que no se cierre, sino todo lo contrario, con su lectura.


NICOLETTI, María Andrea. “Ceferino Namuncurá: hacia la construcción del ‘joven mapuche’”, Criterio, 2335, marzo 2008.

Este artículo muestra la construcción de la figura de Ceferino Namuncurá a través de los textos biográficos que circularon y circulan en los colegios salesianos y en el público en general. Las biografías de cada período construyen su figura de acuerdo a sus propósitos, a la adaptación didáctica de cada texto, en sintonía con la historiografía de su época, haciendo visible o invisible el rostro mapuche de las fotos para recrear al “lirio”, al “santito criollo”, al “pequeño gran cacique” o al “joven mapuche”.
Para conocer la historia de Ceferino, como fuente directa, hay sólo 52 cartas de su puño y letra, compiladas por el Salesiano Luis Pedemonte y publicadas en 1943. Este mismo Salesiano publicó, entre 1943 y 1951, los 229 testimonios directos o indirectos que han aportado algún dato sobre la figura de Ceferino. Pero esta fuente constituye ya una mirada indirecta y particular sobre aquello que se recuerda de una persona en alguna etapa de la vida. A partir de ese anecdotario, sus biógrafos han construido su figura, las primeras de la década deñ ’30 con un claro estilo hagiográfico desdibujaban al indígena porque su santidad era un objetivo superador de su condición étnica. Las biografías de las décadas del ’40 y ’50, marcadamente nacionalicistas, lo transforman en el “santito criollo”. Aparecen las imágenes del gauchito y su ser aborigen se transforma en el “indio argentino” que sostuvieron las políticas asimilacionistas del Estado para con los indígenas. Finalmente desde las décadas del ’70 y ’80 Ceferino comienza a aparecer nuevamente en su condición de aborigen hasta que en las biografías actuales la foto original comienza a reemplazar al dibujo estereotipado del “santito criollo” o el “lirio de la Patagonia”. En estas biografías Ceferino es santo sobre todo porque es mapuche. Su imagen se identifica con la del “indígena sometido” uno más entre los tantos que, tras la conquista de 1879, fue separado de su familia, empobrecido, marginado y excluido de su tierra.


Red de Investigadores sobre Genocidio y Política Indígena en Argentina. “Aportes para una reflexión sobre el genocidio y sus efectos en relación a la política indígena en Argentina” ISociología, Revista electrónica de Ciencias Sociales http://www.isociologia.com.ar/

La Red de Investigadores sobre Genocidio y Política Indígena se constituye como una organización amplia, compuesta por investigadores, estudiantes y miembros de la sociedad en general, interesados en contribuir a la discusión sobre la llamada política indígena o indigenista en nuestro país, en una de sus aristas más complejas.
La primera parte de este trabajo debate sobre el concepto de Genocidio, en tanto categoría heurística y analítica, y su potencialidad para generar una mirada amplia al proceso de sometimiento, incorporación e invisibilización de los Pueblos Originarios al interior del Estado Argentino.
La segunda parte apunta a analizar un corpus de documentación histórica (con especial énfasis en testimonios orales) para atender a las marcas visibles en la memoria dentro de procesos históricos que resultan ser comunes con otras experiencias de genocidio y/o terrorismo de estado. Enfocamos así en el accionar estatal sin dejar de considerar las formas de resistencia que los distintos pueblos originarios han generado a partir de las diferentes formas de “eliminación” a las que fueron sometidos. Apuntamos a la vez a convalidar la potencia testimonial de la memoria colectiva como fuente histórica que ha sido insuficientemente utilizada.