10.17.2008

Reseñas y Libros sobre temas patagónicos de reciente aparición

Ossanna, Edgardo (dir) y Pierini, María de los Milagros (coord.). Docentes y alumnos. Protagonistas, organización y conflictos en las experiencias educativas patagónicas. T II. Buenos Aires, Universidad Nacional de la Patagonia Austral.2008.ISBN 978-978-1242-28-3. 137-166.336p.

Presentado en el auditorio de la Unidad Académica de San Julián “Osvaldo Bayer” el viernes 19 de septiembre a las 20 hs.

Presentación. Edgardo O. Ossanna
“Aunque pueda parecer increíble – porque muchas veces las dificultades hacen que al Tomo I no lo suceda el Tomo II sino el silencio, aquí está el tomo II de la Historia de la Educación en la Patagonia Austral “Docentes y alumnos. Protagonistas, organización y conflictos en lal experiencias educativas patagónicas”.
Y digo que parece increíble, porque cuando se planteó y programó el Tomo I, el proyecto sonaba a una verdadera patriada quijotesca. Porque además constituyó y constituye un compromiso de la militancia intelectual un tanto anómala: los autores no sólo se han tomado el trabajo del investigar, de escribir y de preparar los textos para publicar, sino que también han hecho el esfuerzo de formar una “cooperativa” para financiar la publicación. Algo así como pagar para mostrar el resultado del trabajo.
Hay que reconocer que el Tomo I tuvo el aporte monetario de la Unidad Académica de San Julián. Y que si bien en su momento fue una actitud en soledad, no fue por ello estéril. Este Tomo II ya concitó otros aportes: la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, la Unidad Académica San Julián, la Unidad Académica Río Gallegos, la Municipalidad de Río Gallegos.. Señal de que marchamos, señal de que pensamos, señal de que hacemos. Pero también señal de que nos ven, de que nos oyen, de que nos sienten.
Este segundo tomo, siempre a partir del grupo que quedó conformado como AHEPA, ha extendido su radio de acción. Ha incorporado producciones de estudiosos que, no siendo miembros del grupo inicial, constituyen el trabajo en la perspectiva regional..
Crecen los apoyos institucionales, crece la amplitud territorial que abarcan los trabajos, crecen –en cuanto a que se incorporan- los autores, crecen los sujetos historizados. ¿No será que la Historia de la Educación estaba ausente de estas regiones patagónicas y que recién ahora se le reconoce existencia y presencia?, ¿no será que se han descubierto en ella problemas que son del pasado pero que resurgen o perviven con fuerza en el presente?, ¿no será que se va conformando –por allá, por el fin del mundo como suele decirse- una revalorización de este conocimiento, una necesidad de producción, una masa crítica? Pueden ser todas o algunas. Pero lo más probable es que haya un poco de cada cosa, que se engancha, que se anuda, que se articula dando origen a este movimiento cultural que se presenta con este libro pero que es más amplio que él mismo, y que lo lleva a pensar y pensarse en la educación y en los educadores.
Su escritura, que tiene todo el rigor del trabajo académico, no es academicista. Son páginas para leer y pensar, son textos para difundir y compartir, son formas de vincularse y de reencontrarse, son glorias y sufrimientos pasados que se engarzan con glorias y sufrimientos presentes.
Y este libro se publica en el 2007. Y trata centralmente –aunque no únicamente- sobre Santa Cruz. Los sujetos verdaderos, los protagonistas reales, son los docentes y los alumnos. Pero con sólo leer el título de la obra y los de los capítulos que la integran nos encontramos con conceptos, categorías o como quiera denominarlos cada uno: protagonistas, organizaciones, conflictos, polémicas, manifestaciones, espacio gremial, militancia, exclusión, lo encubierto. Y en el marco del sistema, en relación con el poder.
Y casi como en una repetición diferente, en una reedición modificada, en un accionar renovado, en este 2007 irrumpieron nuevamente los conflictos, las polémicas, las manifestaciones, el espacio gremial…. con los mismos sujetos, con los mismos protagonistas…. y otra vez con el poder en su forma represiva más fortalecida.
No sé si es un mero azar el que este libro coincida en año, en temáticas, en problemas, con luchas cuasi heroicas de los docentes santacruceños en particular, junto con otros actores sociales. Y debemos decir que este libro debe mucho a esos maestros del hoy y del ayer, por la colaboración manifestada en las entrevistas, por la generosidad al abrir sus archivos personales, por el esfuerzo exigido a la memoria.
Pero este libro, como el anterior, así como los conflictos y las luchas , dicen que hay vida. Y esto es lo mejor que se puede pedir. Que no está todo perdido, que no hay inmovilidad, que la esclerosis no ha llegado y que desde el sur argentino se viene constituyendo una cultura social, una cultura escolar, que no pide permiso sino que se presenta en el escenario cultural nacional.
Quien se tome el placentero trabajo de leer este libro encontrará diferentes temas, diferentes abordajes, diferentes perspectivas. En ese sentido podrá coincidir más con unos que con otros, podrá gustar más de unos que de otros, pero en todos, en algún rinconcito encontrará algo que lo identifique consigo mismo, con los relatos de sus padres, con historias de no se sabe bien el origen. Y los llegados nuevos a estos territorios podrán beber de él algunas dimensiones básicas para ubicarse, para encontrar alguna orientación, algún sentido de dónde le toca vivir y trabajar. Y el compromiso que conlleva el esfuerzo mancomunado donde “todo está por hacerse”.
Abre el libro, y creo que es una buena apertura y de buen impacto, un trabajo de Brígida Baeza sobre un tema sobre el que siempre hay algo de tabú, algo de prejuicio, que es la cuestión de la educación en la frontera chileno-argentina. Identidad y diversidad, las exigencias del estado y el papel de los docentes genera una tensión interpretativa que requiere de una lectura detallada, tranquila, desprejuiciada y crítica a la vez.
La presencia de los Salesianos en la Patagonia es un tema ineludible, más allá de las discusiones que hayan generado y generen su proyecto misional y educativo y sus conflictos con otros sectores de la sociedad civil o el estado. Y es tan relevante su presencia que contamos con tres trabajos que lo analizan en tres delimitaciones territoriales diferentes: Ana Infeld en Comodoro Rivadavia, María Andrea Nicoletti en Tierra del Fuego y María de los Milagros Pierini en Santa Cruz. Y también con elementos comunes pero con centralidades diferentes: en un caso la vinculación educación-trabajo, en otro el modelo reduccional y en el tercero centrado en un conflicto encubierto.
Un sujeto que es analizado por Mariana Benavidez, Pablo Navas y Gabriel Porras es el de la mujer en la Educación de Adultos. Aquí se conjugan dos temas que hasta no hace mucho tiempo no ocupaban demasiado espacio en la historia educativa: la mujer y la educación de adultos.
Un enfoque particular es el que Natalia Michniuk presenta en su estudio: el sentido de la educación técnica –tan vapuleada, valorizada, olvidada y recientemente revalorizada- a través de un estudio de caso, el de la Escuela Industrial Nº 4 de Río Gallegos.
¿Y cómo hablar de educación sin hablar de alumnos?. Dina Rozas se aboca a uno de esos temas que mucha mentalidad tradicional en el país lo silencia: el de los conflictos estudiantiles. Y más aún si estos conflictos llegan de la mano de esos “imberbes” estudiantes secundarios. Pero lo importante de este trabajo es que muestra a la luz del día un problema que por más que quiera silenciárselo no se lo puede ocultar. Y que forma parte de la dinámica de las instituciones educativas y del sistema educativo, del que el ámbito sureño no está ausente.
Los restantes tres trabajos tienen como tema central a los docentes. Los trabajos son muy distintos entre sí, lo que demuestra la posibilidad de múltiples abordajes o de análisis diferenciado de facetas diferentes; pero lo distinto no quiere decir que no estén vinculados por hilos más sutiles como la vinculación con la práctica docente concreta, con la relación con lo institucional o con un sentido amplio del poder. Jorge Oriola, que aporta un trabajo desde Esquel (Chubut) rastrea una historia situada en una institución específica y que tiene como sujetos/objetos a los docentes y la determinación de “su lugar”.
Los otros dos trabajos, de autoría de Ariel Nicolás Sarasa tratan el tema docente desde un análisis más controversial. Por un lado existe la preocupación de mostrar qué era eso que se llamaban docentes (como grupo social, como grupo profesional) y los conflictos que se producen entre ellos mismos en el devenir de la constitución del sistema educativo –en este caso secundario- y su manifestación en la conflictiva constitución del espacio gremial; importante texto en cuanto rompe cualquier idea de homogeneidad interna de la docencia y en que su conflictividad sólo aparece en la confrontación con elementos externos ( estado, comunidad, ….). La otra producción del mismo autor es un estudio de caso, podríamos decir casi biográfico, de una docente y su actuación en un contexto de cambios políticos
Me parece que repensar en clave presente estos trabajos puede ayudar a entender los problemas de la educación de Santa Cruz y otras regiones del sur patagónico. Si bien el pasado no construye totalmente el presente, es sobre sus huellas, sobre sus gérmenes, en que se produce lo nuevo - a la vez que matando lo viejo, recreando lo rescatable-. Y si la sociedad patagónica tenía idea de que había habido conflictos en su territorio - las huelgas de 1921 por ejemplo- hoy sabe que con otra dimensión o manejadas de otra forma en el campo educativo, en la dimensión ideológico-cultural también han tenido conflictos, contrastes y enfrentamientos, no siempre saldados de la mejor forma ni tan pacíficamente. Por lo que el presente debe asumirse como una continuidad y un cambio de lo anterior, enfrentarlo con valentía y sentido de futuro.
Ahora no queda más que felicitar a sus autores, reconocer a todos los que han aportado de una u otra forma para la concreción de los trabajos así como para la edición material del libro, e incitar a los lectores a que se zambullan en sus páginas. Algunos, para encontrar algo más de sentido a sus vidas patagónicas; otros, para entender mejor el país asumiendo que el sur también existe”.

Índice

Brígida Baeza -La escuela y la emergencia de “imprimir” nacionalidad en niños /as de la frontera chileno – argentina en Patagonia central. El papel de los docentes como productores identitarios.
Mariana B. Benavídez, Gabriel E. Porras y Pablo D. Navas. La mujer en la Educación de Adultos: análisis de la escuela N° 1 “Carlos Pellegrini” de Río Gallegos en la época territoriana.
Ana Infeld Una vía viva. La Escuela de Artes y Oficios del Colegio Salesiano Deán Funes de Comodoro Rivadavia (1938-1961)
Natalia Michniuk. El ser técnico: ¿un sentido en si mismo? .Reconstrucción de la trama institucional de la Escuela Industrial Nº 4 “José Menéndez” de Río Gallegos*
María Andrea Nicoletti. El modelo reduccional salesiano en Tierra del Fuego: educar a los "infieles"
Jorge Oriola El lugar de los docentes en la historia de la Escuela Normal de Esquel ( 1945 – 1995)
María de los Milagros Pierini. Salesianos en el Territorio de Santa Cruz: el conflicto encubierto.
Dina Noemí Rozas Cuando los estudiantes alzaron su voz: las primeras manifestaciones en la enseñanza secundaria en Santa Cruz
Ariel Nicolás Sarasa. Polémicas y Conflictos entre docentes en la expansión de la educación secundaria en Santa Cruz y en la organización gremial.( 1958 – 1966)
Ariel Nicolás Sarasa y Alberto Eduardo Rossi. Docencia, militancia y exclusión en Santa Cruz. El caso de Blanca Dora Cabrera de Ghizzardi


Gutiérrez, Talía Violeta. Educación, agro y sociedad. Políticas educativas agrarias en la región pampeana,1807-1955. Universidad Nacional de Quilmes, 2007.

Reseña: Laura Graciela Rodríguez
Universidad Nacional de La Plata
Universidad Nacional de General Sarmiento
CONICET
laura.rodrig@speedy.com.ar
http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar/numeros/no-15-2
Esta obra presenta un aporte original acerca de una temática poco trabajada por los historiadores y los especialistas del campo de la historia de la educación. Talía Violeta Gutiérrez analiza los cambios y las continuidades que hubo en la política educativa agraria nacional abarcando un extenso período histórico que va desde 1897 hasta 1955. Este análisis de las diferentes medidas diseñadas por el Estado se complementa con otras investigaciones de la autora que llegan hasta la actualidad, lecturas que le permiten al lector interesado obtener una visión del proceso a lo largo de todo el siglo XX.(1) Frente a otros trabajos que centran la mirada exclusivamente en la letra de la normativa y dan por sentada la eficacia de dichas medidas en los establecimientos educativos, Gutiérrez nos brinda un análisis más complejo, evitando estudiar la política educativa aislada del contexto más general en el que se inscribió, del perfil de los dirigentes que la produjeron y de su implementación real en las escuelas.
A lo largo del libro señala de qué manera los dirigentes establecieron un fluido diálogo con los demás representantes de las otras esferas de la vida política, social y económica del país y cómo estas preocupaciones estuvieron centradas en la región pampeana. Por esta razón, se pone como “caso testigo” a la provincia de Buenos Aires. Fue allí y en Entre Ríos adonde se conformaron los primeros sistemas de educación agrícola. La autora muestra que la enseñanza agraria se creó bajo la órbita del Ministerio de Agricultura de la Nación, estuvo en manos de ingenieros agrónomos universitarios y permaneció separada del tronco de la educación común hasta la segunda mitad de 1960 y en la provincia de Buenos Aires hacia fines de 1970. El subsistema de educación agraria nacional estaba integrado por las escuelas “especiales” y las escuelas “prácticas” a las cuales accedían los jóvenes que debían tener por lo menos cuatro años aprobados de la escuela primaria. El Ministerio de Educación se hacía cargo de la totalidad de la educación básica y tenía que incorporar la “orientación agrícola” en las primarias. La enseñanza se complementó en distintas épocas con la instrucción “extensiva”, los “trenes escuela”, los “cursos” y las escuelas para mujeres.
El libro consta de cuatro capítulos organizados cronológicamente. En el primero se analiza la etapa inicial de la expansión agroexportadora y comienza con la creación de la escuela de Santa Catalina (1897) y del Ministerio de Agricultura (1898). Llega hasta el fin de la expansión horizontal agraria y la culminación del proyecto liberal conservador en 1916. A partir del análisis de los numerosos proyectos de ley nacionales y provinciales y de las propuestas emanadas de la División de Enseñanza Agrícola del Ministerio de Agricultura, la autora señala que, a grandes rasgos, todos coincidían en que el sistema de educación rural debía contribuir a desalentar la movilidad social y a reproducir la división jerárquica existente, nociones que continuarían hasta los años de 1950. De acuerdo con estas, a la universidad accedería una minoría que conformaría la “elite intelectual agraria” encargada de diseñar la política educativa; en las “escuelas especiales” se formaría un estrato de administradores de sus propios campos o ajenos y a las “escuelas prácticas” iría la “masa” de población. Esta “masa” estaba compuesta por los hijos de agricultores, hortelanos, propietarios o intermediarios, hijos de obreros rurales y de otras profesiones de la campaña. Asimismo, los dirigentes creían que la enseñanza agrícola debía difundir la “granja mixta”, que era presentada como el tipo de explotación ideal para la región pampeana y que contribuiría a reforzar la “argentinidad” y desestimar la “empleomanía”, sinónimo del desarraigo de la “familia rural”, la emigración a los centros urbanos y el acceso a los empleos públicos urbanos. Para lograrlo se debía evitar, por sobre todas las cosas, el “enciclopedismo” o una educación excesivamente teórica.
Estos supuestos se contrastaban con la situación real de los destinatarios de las políticas, quienes tenían serias dificultades para acceder a la escuela primaria y en consecuencia, a las escuelas “especiales” y/o “prácticas”. A principios del siglo XX los técnicos del Ministerio de Agricultura hicieron diversos informes sobre las condiciones de vida de los hogares rurales. Los documentos identificaban diferentes tipos agrarios: los “pequeños propietarios” o “chacareros”, los “arrendatarios” y los “braceros” o “peones”. Sólo los primeros, calificados como “verdaderos hogares”, conseguían que sus hijos concurrieran a la escuela rural hasta el tercer grado y en casos excepcionales, las familias enviaban a los varones a concluir el ciclo primario en el pueblo. La vida de los segundos estaba marcada por la inestabilidad, la carencia y la imposibilidad concreta de mandar a los niños a la escuela. Los últimos en la escala social eran los “braceros” o “peones”, quienes eran hombres, trabajadores golondrinas y no llegaban a mantener una familia.
El segundo capítulo abarca el período signado por el acceso del radicalismo al gobierno nacional hasta la crisis estructural de 1929-1930, adonde no se promovieron grandes novedades en materia educativa. Allí se mencionan las características de los establecimientos y sus problemáticas particulares. Una de las cuestiones a destacar del libro es que la autora incorpora al análisis algunos datos sobre las escuelas. Si bien señala que en general este tipo de información escasea, presenta cuestiones relevantes sobre el perfil de los alumnos, el destino de los egresados, los niveles de retención y desgranamiento, entre otros. Realiza así un pasaje analítico y metodológico de la macro política estatal a lo micro anclado en la escuela que enriquece y complejiza su estudio. En este apartado describe que tanto las escuelas “prácticas” como las “especiales” duraban tres años, tenían pensionados o becarios que egresaban con los títulos de “certificado de competencia práctica” y “administrador rural” respectivamente. Los requisitos para la admisión eran tener 15 años en las “prácticas” con cuarto grado aprobado o examen equivalente y de 17 a 22 años en las “especiales”, con sexto grado y examen de ingreso. En esa época el número de ingresantes era bajo y el desgranamiento importante, situaciones que se repetirían en las siguientes décadas. Por otra parte, en esos años se intensificaron los discursos sobre el rol que debía cumplir la mujer. Se la veía como factor fundamental de asentamiento del productor y su familia y de promoción de la granja mixta. Los funcionarios ministeriales ensayaron varias propuestas como la creación de escuelas para hijas de agricultores, la preparación de maestras del “hogar agrícola” y “cursos temporarios”. Hacia el final del capítulo se destacan las intervenciones de los dirigentes de la Federación Agraria Argentina creada en 1912, que se dedicó en esos años a denunciar tanto la falta de escuelas primarias en las zonas rurales como la deficitaria atención médica.
En el tercer capítulo se estudian los años que transcurrieron desde la crisis de 1930 hasta el golpe de Estado de 1943. En pleno auge de los discursos nacionalistas e intervencionistas, se analizan las propuestas hacia la familia rural y el papel de la mujer, los congresos sobre el tema, los intentos de reorganizar la enseñanza agrícola, los “clubes” y las “colonias agrícolas” para menores tutelados. Con respecto a estas últimas, para cierto sector de la población las escuelas agrícolas se confundían con los institutos correccionales o los centros para jóvenes con problemas, de los cuales los reglamentos de los establecimientos educativos debían diferenciarse expresamente, problemática que continuaría hasta bien avanzado el siglo XX. En relación con el perfil de los alumnos, se señala que, a pesar de la prédica ruralista, la mayoría provenía de los centros urbanos, algunos habían fracasado en otras modalidades educativas y eran escasos los estudiantes que procedían de las mismas ciudades o pueblos cercanos a la ubicación de las escuelas. Por ejemplo, en la escuela de fruticultura de Dolores (provincia de Buenos Aires) había egresados oriundos de la Capital Federal, de otras localidades del interior y de distintas provincias; y al establecimiento de Córdoba concurrían becados de países vecinos.
En el último capítulo se describe la etapa que va de 1943 hasta 1955 caracterizada por la figura de Juan Domingo Perón, quien incorporó algunas propuestas educativas agrarias bajo el slogan de “la vuelta al campo”. Como elemento innovador se destaca la creación de las “misiones monotécnicas” femeninas y masculinas que funcionaban en la órbita del Ministerio de Educación de la Nación y eran sobre “especialidad agrícola”, “mecánica rural” y “cultura rural y doméstica”. Como antes, el peronismo retomó iniciativas pasadas y las presentó como propias, aunque en el Segundo Plan Quinquenal se suavizó por primera vez la idea de que a los egresados de las escuelas agrícolas se les debía estar vedado el acceso a la administración pública, recomendando específicamente su inserción como técnicos dentro del Estado.
Ahora bien, en base a lo expuesto hasta aquí, nos interesa destacar dos aspectos de su trabajo. Por un lado, el que describe la relación entre los funcionarios del Estado y el diseño de la política pública. En segundo lugar, Gutiérrez advierte sobre la distancia que existió entre las políticas educativas finalmente aprobadas y su aplicación en la práctica, señalando las contradicciones que existían entre las distintas agencias estatales.
Respecto a lo primero, se muestra que existió en el largo plazo - más allá de algunas divergencias- un discurso coincidente entre las elites estatales de variado signo político respecto a que la educación agraria debía estar destinada a desalentar el desarrollo de estudios posteriores, la aspiración a lograr un empleo público estatal y evitar el traslado a la ciudad. Los dirigentes – la mayoría de ellos con estudios universitarios de ingenieros agrónomos- se aseguraban así de no generar algún tipo de competencia en sus propios ámbitos laborales o en la Universidad. De este modo, la autora nos recuerda que las políticas de Estado están lejos de ser neutras y lo que se defendía en nombre del bien común, eran los propios intereses de los integrantes de esas burocracias estatales.
Alrededor de este discurso sobre el que había un consenso general, la autora señala que hubo diferencias entre la letra de la normativa y su implementación efectiva. En principio, se destaca la escasa cantidad de establecimientos educativos nacionales y provinciales que se crearon en esos años. En la provincia de Buenos Aires por ejemplo, hasta 1963 se contaban en total catorce escuelas para todo el territorio. En segundo lugar, el Estado no promovió de manera decisiva la modificación del sistema de tenencia de la tierra, cuestión crucial para construir y fortalecer esa tan mentada clase media rural de “propietarios” destinataria de las políticas educativas que, en los hechos, no podía acceder a la escolaridad mínima básica. Relacionado con esto, el Ministerio de Educación tampoco impulsó las mejoras en las escuelas primarias ubicadas en las zonas rurales necesarias para facilitar el ingreso a las escuelas agrícolas. Es decir, si las elites coincidían sobre los fines de la educación rural, en la práctica las áreas estatales de economía, educación y agricultura actuaban sin coordinación entre sí, haciendo dificultosa la concreción de la política educativa. En resumen, al problematizar esta relación entre los proyectos propuestos, las discusiones y debates alrededor de los mismos, distinguiendo cuáles fueron finalmente aprobados y analizando los alcances de su aplicación real, Gutiérrez nos devuelve una mirada compleja de la relación entre los actores estatales, la política pública y los destinatarios de dichas medidas.
Mundo Agrario. Revista de estudios rurales, vol. 8, nº 15, segundo semestre de 2007.
Centro de Estudios Histórico Rurales. Universidad Nacional de La Plata


Rafart, Gabriel. TIEMPO DE VIOLENCIA EN LA PATAGONIA. BANDIDOS, POLICíAS Y JUECES 1890-1940

Las sociedades patagónicas de finales del siglo XIX y primer tercio del XX vivieron un tiempo de violencia "inorgánica", resistida y combatida. La violencia más temida la ofrecían los bandidos en su versión de "bandolerismo patagónico". Sin que fueran "subrogantes de la protesta social", el bandidismo del sur argentino expresó prácticas y el horizonte cultural de una sociedad que quiso ofrecer un distintivo modelo de "gobierno" para los hombres. Un modelo cruzado por el conflicto entre quienes querían conservar los instrumentos de coerción y el Estado que, con sus jueces y policías, se proponía un orden de acuerdo a los cánones liberales-conservadores y del nacionalismo unificador. Las sociedades patagónicas de finales del siglo XIX y primer tercio del XX vivieron un tiempo de violencia "inorgánica", resistida y combatida. La violencia más temida la ofrecían los bandidos en su versión de "bandolerismo patagónico". Sin que fueran "subrogantes de la protesta social", el bandidismo del sur argentino expresó prácticas y el horizonte cultural de una sociedad que quiso ofrecer un distintivo modelo de "gobierno" para los hombres. Un modelo cruzado por el conflicto entre quienes querían conservar los instrumentos de coerción y el Estado que, con sus jueces y policías, se proponía un orden de acuerdo a los cánones liberales-conservadores y del nacionalismo unificador.

INDICE
Introducción: Hacia una historia social de la política desde el mundo del delito Tiempos violentos Prontuario de una época Bandoleros perseguidos Justicia y policía Policías y jueces en acción Territorios nuevos, administración, legalidad y bandolerismo Bibliografía


Bandieri, Susana, Blanco, Graciela y Blanco, Mónica, Las escalas de la historia comparada. Empresas y empresarios. La cuestión regional, Tomo II. Buenos Aires, Miño y Dávila, 2008.

El presente libro corresponde al segundo tomo de la obra “Las escalas de la historia comparada”. Esta publicación surge como fruto de la organización de un Encuentro Internacional que significó el lanzamiento oficial de una Red de Estudios Comparados en Historia de Europa y América Latina que lleva el nombre de Marc Bloch. Formaron parte de dicho evento investigadores del CESAL (Centro de Estudios Sociales de América Latina) de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNCPBA, el CEHIR (Centro de Estudios de Historia Regional) de la Facultad de Humanidades de la UNCo, el CESOR (Centro de Estudios Sociales Regionales), de la UNR, de la UNQ, del Programa de Pós-Graduação em História de UNISINOS (Brasil) y de la Universidad de Toulouse (Francia). En esta oportunidad, la perspectiva analítica de los trabajos que aquí se presentan giran alrededor de dos inquietudes centrales: la cuestión regional y la historia de empresas y empresarios.

Índice:
Introducción

EMPRESAS Y EMPRESARIOS
María Inés Barbero (Universidad de San Andrés, Argentina):
Presentación. La historia de empresas y empresarios en una perspectiva comparada
1. Viviana E. Conti (UNJu-CONICET, Argentina):
Una empresa mercantil familiar en el espacio económico surandino “Tezanos Pinto y Cía.” 1794-1854
2. Alejandro Fernández y Andrea Lluch (UNLu/UNLPam-CONICET, Argentina):
Comercio y redes de comercialización mayoristas y minoristas en la Argentina de comienzos del siglo XX
3. Graciela Blanco y Mónica Blanco (UNCo-CONICET / UNCPBA-CONICET, Argentina):
Expansión de la frontera productiva y oportunidades para el crecimiento empresario en el espacio pampeano-patagónico
4. Silvia Simonassi (UNR, Argentina):
Industria y dinámica asociativa. La Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario como expresión de la conformación de un área industrial regional (1943-1976)
5. Marcelo Rougier (UBA-CONICET, Argentina):
El desprendimiento estatal de empresas industriales durante la última dictadura militar
6. Teresita Gómez (UBA, Argentina):
Cómo se fue delineando el futuro de las empresas públicas argentinas. Los tratados económicos con España (1970-2000)
7. Javier Vidal Olivares (Universidad de Alicante, España):
Estímulos externos, agricultura de exportación y respuesta empresarial en la economía valenciana (1970-2000)
8. Mario Cerutti y Arturo Carrillo
(Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey-México/ Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán-México):
Agricultura de exportación, empresa y cambio tecnológico en el noroeste de México (1985-2005)

LA CUESTIÓN REGIONAL
Marta Bonaudo (UNR-CONICET, Argentina):
Presentación. Otra vez la “fastasmática” historia regional...
1. Sandra R. Fernández (UNR-CONICET, Argentina):
El revés de la trama. Contexto y problemas de la historia regional y local
2. Nidia R. Areces (UNR, Argentina):
Posibilidades y limitaciones de la cuestión regional. Entre la historia colonial y la nacional
3. Noemí Girbal-Blacha (UNQ-CONICET, Argentina):
“El otro país”. Por los caminos de la historia regional argentina
4. Ana A. Teruel (UNJu-CONICET, Argentina):
Regiones de frontera. Apuntes para contribuir a la historia nacional de la propiedad de la tierra
5 Susana Bandieri (UNCo-CONICET, Argentina): La dimensión regional como alternativa analítica para pensar otros espacios y nuevas periodización.


Pedro Navarro Floria (editor). Memorias de los gobernadores de Neuquén y Río Negro (1880-1904). Neuquén, EDUCO, 2008.

Estudio preliminar (impreso) y texto completo de las memorias de los primeros gobernadores de la Patagonia Norte (en cd-rom), incluyendo el primer mapa manuscrito del Neuquén hecho por el gobernador Olascoaga, descubierto en el Archivo General de la Nación. La edición reúne un conjunto de interesantes documentos prácticamente inaccesibles hasta hoy a los investigadores e interesados. Será presentada en las 3as Jornadas de Historia de la Patagonia.

1 Comments:

At 6:08 p. m., Blogger guiñazu said...

como ex-saleciano tengo muy gratos recuerdos del colegio Domigno Savio de General Roca y posteriormente de la universidad de la Patagonia de Comodoro Rivadavia. Tal es la gratitud que aunque de nacimiento ni por mi último lugar de residencia en la Ciudad de Córdoba ha desaparecido esa marca indeleble de considerarme poblador de la Patagonia. con Mlorriña los saludo desde mi estudio de escritor.

 

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